Los incentivos a la no creación de empleo son extraordinarios
Se devanan la cabeza los políticos españoles pensando en cómo impulsar la economía. Poco antes de las elecciones le pregunté al ahora ministro Arias Cañete, si no era mejor bajar las cotizaciones que paga el empresario por el trabajador y de ese modo sacar del paro a los trabajadores cuyo subsidio de desempleo costeamos todos con nuestros impuestos. Se pueden imaginar la respuesta.
El Estado impide la creación de empleo y para demostrarlo, aunque todo el mundo lo sabe ya, vamos a dar algunas cifras.
Coste de contratar al empleado medio
Imaginemos un trabajador que una pyme o un autónomo quisiera contratar. Con un presupuesto siempre ajustado la empresa evaluaría pagar al trabajador 1.274€ mensuales en doce pagas, más las extraordinarias (siempre son un poco mayores), dos de 1.396€.
El trabajador podría pensar que el empresario se va a gastar en su salario la suma de:
1.274 *12 + 1.396 * 2 = 18.089,50€. (!Vaya¡; otro mileurista mal pagado; se podría pensar)
Sin embargo, a la empresa este empleo le va a costar 30.107€ porque el Estado se va a llevar 12.017€ con el empleo de este trabajador. Un montón de dinero con el que satisfacer las inagotables ansias de gasto de la clase política.
Veamos por qué:
Para que el trabajador pueda llevarse líquido esos 18.089,50€, el empresario y el trabajador deben pagar:
Al menos el 40% del coste del empleo va a parar al Estado
En nuestro ejemplo hemos podido comprobar que de cada 1.000€ que se gasta la empresa en un trabajador mal pagado, el 40% (399€) va a parar al Estado. O si se prefiere, si el Estado no tuviera ese ansia recaudatorio y se contentara sólo con un 20%, este trabajador podría estar ingresando 24.000€ año en lugar de 18.000€. O si se quiere, a la empresa este salario podría costarle 22.611€ solamente.
Imagine el lector que cuanto más pague la empresa más porcentaje irá a pagar al Estado por efecto de la progresividad en el impuesto del IRPF.
Las pymes y los autónomos como no pueden pagarlo no contratan.
En España la actividad productiva impulsada por la pequeña y mediana empresa y autónomos representa el 97% del PIB. Este tejido productivo no tiene muchas posibilidades de crecer a estos costes laborales, de forma que no es de extrañar que:
A los costes empresariales señalados habría que añadir, el tiempo invertido en selección, del trabajador, en formación de ese trabajador, en sustituciones cuando el trabajador enferma o se embaraza, los costes de despido cuando no se puede continuar pagando por causas diversas o porque el trabajador no sirve al puesto para el que fue contratado. En suma un panorama desolador.
Alberto Vázquez
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